En los siguientes capítulos se describen anécdotas relacionadas con nuestro Gran Maestro Shoshin Nagamine, anécdotas relacionadas con alumnos y anécdotas personales por las que Sensei Camani ha pasado a lo largo de su vida con Matsubayashi-Ryu.

Anécdotas con nuestro Gran Maestro

Impresiones personales y anécdotas relacionadas con O´Sensei Shoshin Nagamine que obviamente sólo son pinceladas que de ninguna manera pretenden describir la dimensión real que alcanza nuestro Gran Maestro (Autor: Sensei Ricardo G. Fuchs Camani, 7mo. Dan Kyoshi)

  • Es una de las personas que con mayor profundidad han llegado a impresionarme a lo largo de mi vida.
  • Transmitía en todo momento una sensación de paz casi imposible de comprender.
  • Era una persona muy afable que invitaba a que uno se sintiera cómodo y muy cercano a él. En Okinawa, después de las prácticas solía invitarnos a que bebiéramos una infusión acompañada de masitas en un lugar pegado al “dojo”. Manteníamos un diálogo relajado en el que el Gran Maestro siempre prestaba muchísima atención a lo que uno decía. No era un “hablar por hablar” sino una demostración de auténtico interés por lo que uno le podía decir.
  • Tenía un elevadísimo sentido de ecuanimidad. A mi juicio, un ejemplo podría ser el siguiente:
  • En el mes de octubre del año 1978 O´Sensei visitó la República Argentina. Se celebró una cena de agasajo en su honor. En estas reuniones era habitual que se invitara a algunos alumnos a que pronunciaran unas palabras. Recuerdo que había un estudiante extraordinariamente tímido y que, con el fin de contribuir a que superara su problema le invitamos a que pronunciara algunas palabras. Se puso tremendamente incómodo. Los asistentes empezaron a corear su nombre para tratar de que superara la situación. El se ponía cada vez más y más tenso llegando a dar la sensación de que no podría superar su situación angustiosa. Llegó un momento en que intervino O´Sensei Nagamine. Se acalló el coro y se produjo un silencio sepulcral. O´Sensei con la mayor de las calmas dijo: “Se han producido dos fuerzas que se oponen; por un lado hay todo un grupo de personas que desean que otra lleve a cabo una determinada acción y por otro lado hay una persona que se siente mal por este hecho. La cuestión está planteada, no insistamos. Si el alumno lo desea, ya se levantará y dirá algo”. Demás está decir que la intervención de O´Sensei causó en mí una gran impresión. Fue como si aprehendiera la realidad tal cual era con una naturalidad increíble.
  • En Okinawa, en ocasión de la presentación mundial de karate-do que se llevó a cabo en el Teatro Naha, un sábado por la noche se realizó una celebración. La fiesta se desarrollaba de una manera muy placentera. En un momento dado, aproximadamente a las 23.30 horas, O´Sensei Nagamine interrumpió y dijo que estaba muy contento de ver la fiesta tan animada y que podíamos proseguir con ella hasta la hora que quisiéramos. Nos manifestó sus deseos de que disfrutáramos pero que él tenía la necesidad de retirarse para dormir. Todo con la mayor de las naturalidades.
  • Para sentarse en “Zazen” tanto en las prácticas específicas como en las que se realizaban después de una ejercitación de Karate-do, demostraba una naturalidad prácticamente imposible de asimilar, al menos de mi parte. Se sentaba como si cualquier persona tomara asiento al entrar a un vagón de tren por ejemplo. Todo era tan natural para O´Sensei.
  • La última vez que tuve la inmensa fortuna de poder estar junto a O´Sensei fue en febrero de 1997. El Gran Maestro ya tenía 90 años de edad. La primer clase diaria (de lunes a viernes) de “Zazen” comenzaba a las 6 de la mañana. Recuerdo que era de noche, la oscuridad era total. O´Sensei iniciaba la clase con ejercicios de calentamiento y estiramiento. Lo primero que hacía era correr alrededor del “dojo”. Nosotros (éramos 5 ó 6 alumnos) corríamos detrás de él. Repentinamente, sin decir nada, se salía de la fila para recoger lo que parecía ser una pelusa depositada sobre la superficie del “dojo”. Nosotros seguíamos corriendo mientras que O´Sensei con increíble meticulosidad depositaba la “pelusa” en un cesto que se encontraba a un lado. Nunca hemos hablado del tema, pero mi interpretación personal es que su respeto al lugar de práctica era tan elevado que no toleraba ni siquiera el depósito de una pelusa (para nosotros invisible) sobre su superficie.
  • O´Sensei permanentemente recibía visitas provenientes de Matsubayashi-Ryu de distintas partes del mundo. En febrero de 1997 coincidí con una practicante que venía de Canadá que a los ojos de O´Sensei tenía el mismo defecto que yo. No era un defecto de técnica (fácil de corregir) sino un defecto de actitud corporal general extremadamente difícil de cambiar. O´Sensei lo vio como un problema de fondo y no de forma; insistió tanto que nos dijo que nos olvidáramos de la potencia, la velocidad, el “kime”, . . . . . . de todo, que nos concentráramos sólo en la actitud corporal corregida. Acostumbrado a desplegar potencia y energía, fue para mi un auténtico suplicio poner en práctica sus correcciones tanto, que la única forma de respetarlas era ejecutar los movimientos en cámara muy lenta. Recién entonces O´Sensei aprobaba mi ejecución. Me fui de Okinawa practicando en cámara lenta, no me sentí capaz de aumentar la velocidad de ejecución sin apartarme de las indicaciones dadas por el Gran Maestro. Sentí como si volviera a comenzar, como si me pusiera el karategui por primera vez. (para aquel entonces ya tenía unos 25 años de práctica). Más perplejo me quedé cuando en la despedida O´Sensei me dijo que había progresado muchísimo. Seguí trabajando y soñando con sus indicaciones. Recién transcurridos unos 2 ó 3 meses, pude empezar muy gradualmente a aumentar la velocidad de mis movimientos sin apartarme de sus indicaciones. Obviamente, al ser los discípulos un reflejo de su sensei, todos mis alumnos tuvieron que pasar por la misma situación por la que pasé yo. Recuerdo que me transmitieron la sensación como si quisieran llorar, al igual que yo: no podían ejecutar las técnicas con velocidad sin traicionar las correcciones de fondo. Este último relato, además de representar un punto de inflexión importantísimo en mi práctica, como si de alguna manera se iluminara mi camino, me dejó una enseñanza que considero de fundamental importancia: cuando hay algo importante que corregir, se debe corregir a fondo, cueste lo que cueste; si lo soslayamos, nunca superaremos el escollo y, aunque quede una pequeña reminiscencia del mismo, representará una gran piedra para nuestro avance en el arte.

Anécdotas personales

  • Okinawa (Abril 1980). Se llevó a cabo en el Teatro Naha (el más importante de la isla) una presentación mundial de Matsubayashi-Ryu presidida por su máximo exponente O´Sensei Shoshin Nagamine. Participaron delegaciones de México, Australia, varios estados de EE.UU., etc. En representación de la delegación de Sudamérica concurrió el maestro Shigehide Akamine acompañado de un estudiante de Uruguay y cinco de la República Argentina. La presentación concluyó con todo éxito y fue el punto de partida de un seminario sobre Matsubayashi-Ryu que duró 15 días.
    Al día siguiente, en un periódico salió la noticia del evento junto con un comentario y una fotografía. La gran sorpresa fue verme en el ángulo inferior izquierdo con toda nitidez. Fue una casualidad muy grande que quedó como una bonita anécdota digna de recordar.

    Artículo que salió en el diario local (2 de abril 1980)

    Delegación Sudamericana presidida por Sensei Shigehide Akamine

     

  • Aeropuerto de Sydney (1986). En nuestro viaje de emigración hacia Australia, antes de aterrizar en el Aeropuerto de Sydney, nos entregaron un formulario para rellenar. En uno de los puntos nos preguntaban si llevábamos armas. No sabía qué contestar, en mi equipaje llevaba un par de “Sai” de “Bo” y de “Nunchaku”. Después de pensarlo bien, decidí dejar el espacio en blanco para preguntar a las autoridades aduaneras: ¿Cómo contesto a esta pregunta? Cuando vieron los “Nunchaku” no dudaron un instante, los confiscaron para enviarlos a un depósito perteneciente a la Aduana del Aeropuerto. Me dijeron: “Está prohibido entrar a Australia con “Nunchaku”. Luego se pusieron a analizar los “Bo”. Lo trataron de doblar, de abrir, de torcer, de retorcer. Finalmente me dijeron: O.K. puede entrar con esto.  Finalmente, cuando vieron los “Sai” me preguntaron: ¿Esto qué es? ¿Para que se usa? Les contesté: “Es muy difícil de explicar con palabras.  Si les parece bien, les hago una demostración”. Me respondieron que de acuerdo. Pedí que me dejaran un espacio libre de unos 5mx5m después de lo cual ejecuté “Sai kata ichi”c ompleto, desde el saludo de inicio hasta el saludo final. Toda la actividad (autoridades aduaneras, pasajeros, etc.) que rodeaba a este evento quedó paralizada, embebidos en la ejecución del kata. Cuando terminé la demostración me dijeron: “O.K. , puede entrar con ellos”.
  • Makiwara” improvisado. Habíamos comenzado nuestra vida de inmigrantes en Sydney (1986). Entre varias prioridades básicas, tenía que encontrar un lugar lo más privado posible para poder practicar Karate-do. Sin problemas, encontré un espacio abierto muy próximo al sitio donde vivíamos. Después de haber practicado en este lugar unas tres o cuatro veces, me di cuenta que formando parte de un cerco colindante había un tejido de alambre con postes de madera. Até un trozo de cuero a uno de estos postes para conformar así un “makiwara” improvisado. Una noche (entre las 20.00 y las 20.30) horas), mientras practicaba con este “makiwara” una señora se me acercó por detrás y me preguntó: ¿Se encentra usted bien? Si, le contesté, me encuentro bien. ¿Está usted seguro? Insistió. Sí, estoy bien, no se preocupe.

Anécdotas con sus estudiantes

  • Un día se incorporó a nuestra práctica un alumno (sho-dan) proveniente de otra escuela e interesado en Matsubayashi-ryu. Durante una hora y media aproximadamente sólo ejecutamos (en detalle) técnicas básicas, ningún kata. Por un compromiso personal, nuestro visitante se tuvo que retirar. En su despedida, le dijo a uno de mis discípulos más avanzados: “bueno, te dejo con Sensei para que practiques técnicas más avanzadas”. A lo que mi discípulo contestó:
    “No es cuestión de practicar técnicas más avanzadas, sino de disfrutar de las técnicas que se practican” Ante esta respuesta pensé: Evidentemente mi discípulo ha aprovechado  bien todos estos años de práctica.
  • Un día uno de mis discípulos se mudó, pasando de una comunidad autónoma a otra. En su nuevo domicilio se encontró con el problema de que no tenía sitio para poder practicar. No sabía qué hacer. Le dije que no se preocupara, que aunque no tuviera sitio suficiente para practicar los“kata” lo más importante era que encontrara un mínimo lugar, aunque fuera de 2 metros por 2 metros,  para practicar sólo técnicas básicas. Lo importante aquí era mantener las sensaciones y seguir avanzando en el “camino”. Inclusive, el que se olvidara de la secuencia de movimientos de los “kata”, no era una cosa muy importante. Seguro que los recordaría en muy poco tiempo cuando se volvieran a dar las circunstancias para ello.Distinto es que abandonara todo, perdiera sensaciones y por ende dejara de avanzar en el “camino”. Si ocurriera esto, llevaría muchísimo tiempo volver a recuperar las sensaciones y por ende volver a incorporarse al “camino”, aunque  recordara en poco tiempo la secuencia de movimientos de los “kata”.     Todo ocurrió tal como lo relatado y aún hoy manifiesta su agradecimiento.